martes, 18 de mayo de 2010

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Cómo aprender a aceptar que nada es eterno. Se que después de que se vaya, algún dia lo superaré, y casi la olvidaré. Me gustaría que estuviera conmigo eternamente y no tener que pasar nunca por el momento de la despedida. Cada día que pasa se acerca más ese momento y no soy capaz de disfrutar de su presencia por el miedo que tengo de perderla. No quiero que sufra, pero no se lo que siente. Y no quiero que sufra... pero no quiero perderla.

5 comentarios:

Oscar dijo...

No tengo animales por eso.

Alguien dijo...

Yo estoy igual. Todo se va, todo termina, mientras tanto... ¿en donde nos metemos?

B3N3 dijo...

En nuestro entorno nunca se termina nada, solo se transforma porque siempre nos quedará la memoria. Besos,

Unknown dijo...

HIJA DE UN DIOS DISTRAIDO


Al juego que es la vida somos todos traidos sin haberlo pedido a nadie; somos los ùnicos que nacemos gritando o llorando en el reino animal, casi como si no quisieramos salir a enfrentar la vida, pero en ella somos depositados. Nuestros padres nos ciudan toda la infancia y aun la adolecencia, pues la vida esta llena de “peligros”. No obstante todos los pequeños o grandes accidentes durante el crecimiento, terminamos por aceptar lo que la vida incondicionalmente nos impone; bàsicamente nos obliga a todos a tomar un mismo recorrido: nacemos, crecemos, envejecemos y morimos; tenemos todos un cuerpo que podemos usar a nuestra discrecion, manteniéndolo sano o abusando de él. Mas lo maltratamos mayor es el peligro de que nos dure menos. Aun si no siempre nos gusta limitarnos en la calidad y cantidad de alimentos que comemos, terminamos aceptando también la condiciòn de tratar de comer “sano”; de igual manera nos limitamos en el uso de licores y evitamos las drogas por temor. Nos resignamos a ver como nuestro cuerpo pierde agilidad y se llena de arrugas, lo aceptamos pues esas eran las condiciones que nos propuso e impuso la vida y al final, no obstante todos los momentos tristes de nuestras vidas, aquellos felices terminan por hacer que la vida tenga un sentido; pese todo nos gusta vivir.
Hasta aca, Dios parece habernos convencido a la vida, después de todo no es tan terrible.
Un dìa cualquiera las cosas cambian dràsticamente: descubro o mejor, vivo en primera persona, el hecho que uno puede morirse de la manera mas absurda: una malformaciòn genética con la cual podemos haber nacido nos puede truncar la vida en un instante. Sin preanunciarse y practicamente sin sintomas, a los 48 años una arteria del cerebro puede romperse y llevarnos a una muerte inevitable. Asi muriò Marinella, una hemorragia cerebral en cuestiòn de minutos se la llevò: se sintiò extraña, no sentìa una parte del cuerpo y lo ùltimo que dijo fue “me estoy llendo” mientras una compañera de oficina le tenìa la mano.
Marinella deja una hija de 20 años, sus padres de 82 años y a su hermano. Pero su muerte deja sobretodo preguntas con respuestas desagradables. La mas importante: porqué? Le doy mil vueltas y no encuentro un porqué, por lo menos no, si permanezco en la esfera religiosa... cual Dios todopoderoso permitirìa que una persona naciera con esa malformaciòn? O aun peor, cuàl Dios bondadoso no hubiese impedido esa muerte? Me dicen “era una prueba de Dios hacia nosotros y va aceptada” y hacia quien con precisiòn? Hacia la hija de 20 años que solo tenìa la mamà? Hacia dos ancianos de 82 años que hubiesen dado la propia vida por la hija? Hacia su ùnico hermano? Qué clase de Dios puede permitir una cosa semejante? Solo un Dios imperfecto o que estaba distraido, o al que en relidad no le importamos, o simplemente un Dios ausente.
Solo si Dios no existe puedo llegar a entender y aceptar lo que le pasò a Marinella:
Asi como una flor puede azarosamente tener 20, 25 o 30 pétalos, la naturaleza en sus infinitas posibilidades y casualidades creò a Marinella con su malformaciòn, con una “caducidad” prematura, sin querer ser ni buena ni mala pues a la naturaleza eso no le importa.
Solo de esta manera logro encontrar algo de consuelo sin culpabilizar a alguien por lo ocurrido, solo asi logro aceptar que no puedo ya darle a Marinella ese abrazo fraterno que nunca le di con suficiente fuerza y amor, pues total creìa poder envejecer con ella, solo asi puedo resignarme a no poder pedirle perdòn por no haber hecho algo mas que ser simplemente su hermano .
Adios Marinella solo me queda tratar de ser una persona mejor en memoria tuya.
Tu hermano Giancarlo.

arietekamnik dijo...

La vida no tiene sentido, es verdad. La felicidad y la desdicha son tan relativas que no son una guía segura para vivir. ¿Vivimos para ser felices? mmmm... no
La vida es mucho más que un estado de ánimo.
¿Cuantas cosas eres capaz de hacer?
¿Cuantas cimas podrías alcanzar si te lo propusieras?
Pero casi nadie está dispuesto a llegar a su propia cima sin una recompensa. Es triste que la gente diga..."y si llego a la cima que me darán" o "y si vivo que premio recibiré". No subas la cima esperando una recompensa, esperando la felicidad. Sube la cima con la motivación de de poder dar un paso más y disfruta ese paso; ni siquiera pienses en la cima. Lo único que tienes, es lo que puedes hacer ahora.